Desde hace varios años, nuestra economía
viene siendo un tema central en las conversaciones en casi todos los aspectos:
sociales, políticos, ideológicos, laborales y hasta religiosos. Casi todo lo
que se dice de ella, habla en términos de bondad, crecimiento, variedad,
disciplina fiscal, sostenibilidad, etc. Estas virtudes están reflejadas en la
gran cantidad de obras físicas realizadas hasta la fecha: edificios públicos y
privados, carreteras, puentes, obras de ornato público, centros comerciales,
modernización y ampliación de los equipos de información y comunicación y todos
los cambios que se dan en una sociedad, como efectos de estas mejora. El consumo privado también se ha puesto de
manifiesto, llegando a niveles insospechados. Al parecer, vivimos en una
“época de bonanza”, producto del desarrollo económico.
Sin embargo, para nadie es un secreto
que nuestra economía depende en gran
parte (casi 75%) de la actividad minera, por lo que podemos colegir que nuestra
economía es también muy sensible ante cualquier mínimo cambio en los precios
internacionales de los minerales, niveles de inversión, legislación, demanda
internacional, etc. Precisamente, por los elevados precios internacionales del
cobre, hierro, oro y plata durante la última década, nuestra economía acusó un
crecimiento promedio casi del 6%. Pero,
desde el año 2013, la demanda de minerales y sus precios internacionales
cayeron a niveles preocupantes. Además, la inversión en exploración minera en
2013 cayó en 26%. Para el presente año,
la tendencia también es hacia la baja.
El nivel relevante en el consumo interno
durante los años 2012- 2014, ya no estarían al mismo ritmo del crecimiento. El
uso de las tarjetas de crédito o “billete de plástico” puede resultar un buen
indicador de nuestra economía interna: hay más de 8 millones de éstas
circulando en el mercado interno. El consumo con este medio llegaría al 10%
promedio mensual en el presente año, según estimaciones de ASBAN (Asociación de
Bancos). El 2012, el consumo con este medio de pago registró un promedio
del 20% mensual. La misma fuente afirma
que actualmente la morosidad de tarjetas de crédito registra el 6.19%. Esta es
una cifra histórica y muy preocupante, que evidencia el enfriamiento o desaceleración
en el crecimiento de nuestra economía.
Esta situación difícil por la que atraviesa nuestra economía se está
vulnerando más con las precarias gestiones de muchos funcionarios, presidentes
regionales, alcaldes, ministros, congresistas, jueces y hasta algunos fiscales;
quienes dieron la espalda a la noble misión encargada, han preferido caer en el
lodazal de la corrupción. Transparencia
Internacional nos vuelve a ubicar en diciembre
de 2013 en el puesto 83, con 38 puntos sobre 100 (100 representa menor
corrupción), junto con El Salvador, Mongolia, Trinidad y Tobago y Zambia. Los
recientes encarcelamientos de tres presidentes regionales y uno prófugo, nos
dejan un claro sinsabor o descontento popular, que nos obliga “pisar tierra”
hacia una percepción realista de nuestro entorno económico.
Empiezan las
campañas electorales regionales y municipales. Esperemos que la actitud del
elector sea más realista, más objetiva y menos materialista. A los candidatos
no se les puede pedir mucho, ya que la mayor parte de ellos, con elevada
ignorancia y casi nada de sensibilidad social, consideren que gastar más en
publicidad o en “regalitos” los hace mejores o más “buenitos”. Una vez que
llegan al poder, buscarán “recuperar con creces” los millones invertidos en
paneles, pintas, etc. La historia quizás se repita. Todo depende de la calidad
de electores que tenemos.
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