Algunos expertos consideran a la “Economía Real” como los asuntos económicos de la realeza, entendiendo que ésta corresponde a la familia real, casta en extinción, que gobernó durante siglos, diferentes partes del mundo, con regímenes fundamentalistas o autoritarios en su mayoría, principalmente en Europa, continente que mantiene aún dicha casta como un grupo humano emblemático con privilegios económicos, sociales y políticos latentes, pero cada vez más alejados dela realidad y de los asuntos de gobierno, pero alentados por los sectores conservadores.
La
verdad es que en las sociedades latinas consideramos muy poco interesante la
economía de esta casta de privilegiados que muchas veces son motivo de orgullo
pero también de sorna por parte de sus conciudadanos, debido a los excesivos
gastos, privilegios económicos, frivolidades y escandalosa vida que propician
sus miembros y que muchas de las veces han puesto en aprietos a los patriarcas
de la “familia real”.
Hay
quienes conceptúan a la Economía Real como aquella que tiene un sentido
profundo, “sincero” y humanista, relegando el tema de las variables
macroeconómicas y financieras a un segundo plano, pero considerando al
consumidor como actor decisivo en el fenómeno económico y quien puede frenar la
inflación, a diferencia del interés (ganancia o utilidad) desproporcionado que
el sistema bancario impone por el crédito otorgado.
No obstante, el concepto de Economía Real va
mucho más allá de este simple ensayo: Giorgio Vittadini, de la Pontificia
Universidad Católica de Chile, afirma en uno de sus recientes artículos que
“Cuando se trata la realidad de forma parcial, antes o después la realidad se
rebela. Se cree que las finanzas pueden generar valor y riqueza sin tener en cuenta
el valor real del uso de bienes y servicios, que es lo único capaz de generar
un auténtico valor de intercambio. Se mira el patrimonio sólo en términos de
beneficio trimestral, sin tomar en consideración su estabilidad y su desarrollo
en el tiempo. Se piensa que los economistas
podrían responder por arte de magia al justo deseo de mejorar las condiciones
de vida de amplios estratos de la población, superando el límite impuesto por
la realidad y por la capacidad personal y amplios estratos de la población,
superando el límite impuesto por la realidad y por la capacidad personal y
familiar efectiva de generar rédito y hacer frente a las deudas. No se trata de
un problema moral, sino de concepción”.
Los expertos que han diseñado los mecanismos de las nuevas finanzas, han demostrado tener una gran competencia técnica, pero no la capacidad de mirar la realidad en toda su amplitud, potencialidades y limitaciones respectivas. Están convencidos por ejemplo que las variaciones o incrementos en las variables macroeconómicas son indicadores “precisos” del crecimiento económico, cuando dichos indicadores sólo son cifras referenciales relativas entre un período y otro. Las matemáticas nos demuestran que tienen razón, pero la ciencia económica, tiene la capacidad de demostrar esa “verdad” como gran falacia, ya las dimensiones espaciales y temporales nos indican la fragilidad y relatividad de ese “crecimiento económico”.
La caída de las exportaciones, el
incremento de la inseguridad ciudadana, las corruptelas blindadas por el
gobierno de turno, la cuestionada administración de justicia y la disimulada vergonzosa
campaña reeleccionista conyugal, son también indicadores de una economía
disfrazada “de crecimiento y de transparencia”. Disfrazar la economía nacional
no sólo equivale mentirle al país, sino también constituye un “acto de alta
traición a la patria”, si tenemos en cuenta el juramento ante la Constitución
Política del Estado y la condición de militar del presidente Ollanta Humala. La historia económica demostrará como un
“auto sabotaje” del nacionalismo, considerando no sólo las promesas electorales
incumplidas de su máximo líder, sino su empeño por ocultar lo inocultable.
Viendo así las cosas, este escenario económico se puede llamar “Economía
Irreal”, en la que el propio INEI utiliza una metodología irreal para
“demostrar” las mejoras sociales con indicadores irreales, pero “oficiales”:
Canasta básica, desempleo, etc. y los programas sociales orientan ingentes
recursos públicos a personas que no necesitan del referido apoyo, pero muchos
peruanos que sí necesitan, no acceden a los beneficios que la ley establece.
Entonces, se puede colegir que la Economía
Real, no es una ciencia nueva, ni una corriente ideológica, ni un postulado,
sino más bien es el sinceramiento de las cifras económicas, bajo un contexto de
compromiso y responsabilidad social. La Economía Real será el fruto de un
sistema democrático, honesto, justo, “anti blindaje”, sincero, comprometido con
el pueblo y sus leyes.
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