Considero
pertinente tratar un asunto de mucha importancia, como es el relacionado al
título del tema presente.
En el hermano país del Ecuador se encuentra vigente
una norma denominada “Ley de la economía popular y solidaria”, la misma que
describe dicha forma de producción, “al conjunto de formas y prácticas
económicas, individuales o colectivas, autogestionadas por sus propietarios
que, en el caso de las colectivas, tienen simultáneamente la calidad de
trabajadores, proveedores, consumidores o usuarios de las mismas, privilegiando
al ser humano como sujeto y fin de su actividad, orientada al buen vivir, en
armonía con la naturaleza, por sobre el lucro y la acumulación de capital,
formas de organización de la economía popular y solidaria”.
Están excluidas de la economía popular y solidaria,
las formas asociativas gremiales, profesionales, laborales, culturales,
deportivas, religiosas, entre otras, cuyo objeto social principal, no sea la
realización de actividades económicas de producción de bienes y servicios o no cumplan
con los valores, principios y características que sustentan la economía popular
y solidaria. Se excluyen también las empresas que integran el sector privado,
sean individuales o constituidas como sociedades de personas o de capital, que
tengan como objeto principal la realización de actividades económicas o actos
de comercio con terceros, con fines lucrativos y de acumulación de capital.
En este sentido, se puede afirmar que el gobierno
del Ecuador está impulsando un novedoso modelo que permitirá inobjetablemente
reducir la pobreza y construir una mejor calidad de vida para el sector popular
del Ecuador.
En el Perú, el cooperativismo tuvo su mejor época en
la década de los 70, una forma de producción, cuyos objetivos fueron muy
similares a los establecidos en el presente modelo ecuatoriano. Nuestro sistema
cooperativo desapareció en la década de los 90, con los ataques sistemáticos
originados desde la banca privada, toda vez que el sector cooperativo crecía
indeteniblemente, aunque en forma desordenada y hasta informal.
Hoy en día, la economía peruana tiene su mejor
soporte el las pequeñas y medianas empresas, las que han desarrollado
eficientes formas de producción, lo que les ha permitido el reconocimiento
internacional.
Nada de esto ha sido fácil para nuestro
empresariado, pequeño o mediano. Las medidas económicas adoptadas por el
gobierno de Ollanta Humala Tasso, no consideran el necesario requisito que todo
proyecto social debe contener: “La sostenibilidad”. No puede existir
sostenibilidad cuando se orientan decenas de millones a programas
asistencialistas que consiste en “repartir los fondos públicos” a peruanos que
“tienen más de 65 años y cuentan con pensión alguna”. No existe contrapartida
en este festín de derroches. Ha habido denuncias comprobadas que quienes se han
aprovechado de este despilfarro, precisamente pertenecen a septuagenarios
familiares o amigo del partido oficialista. Los programas del “Vaso de Leche”,
“Comedores Populares”, “Juntos”, “Cuna más”, “Desayunos escolares”, etc., tienen similares ribetes, en la cual los
designados directivos se han preocupado más en utilizar o direccionar los
fondos asignados para la construcción de aparatos de propaganda proselitista en
favor del presidente y de la futura reelección de congresistas, regidores,
alcaldes, etc. Es decir todo un círculo vicioso de corrupción a nombre de la
necesidad del pueblo peruano.
No creo que el presidente ecuatoriano necesite
tantos recursos para reelegirse o reelegir a sus “ayayeros”, o quizás buscar
construir alguna candidatura alterna a la “renuncia a candidatear” de la
Primera Dama.
Tampoco podemos desconocer algunos aciertos por
parte del gobierno. Uno de ellos es hablar poco y hacer muy poco. Peor es hablar
mucho y no hacer nada, como es el caso de nuestra testaruda y durmiente
alcaldesa de Lima, Susana Villarán. Claro que los caviares y neo comunistas
saldrán al frente para defender lo indefendible, aunque los problemas del
transporte público, vías de acceso, comercio ambulatorio, seguridad ciudadana y
la acumulación de basura, sean realmente insoportables en gran parte de los
distritos de Lima Metropolitana. Sin capacidad de gasto y encaramada al poder,
Susana Villarán sí tuvo tiempo para unirse al grupo “nacionalista” y poner su
voz de “autoridad” a favor de la tristemente célebre “repartija”, apoyando la
candidatura de la cuestionada regidora de Lima, Pilar Freitas al cargo de
Defensora del Pueblo.
Presidente y alcaldesa, se unieron a los afanes
fujimoristas y toledistas para armar el concierto de la “repartija” de cargos
en la Defensoría del Pueblo, del Tribunal Constitucional y del BCR. Armaron un
concierto de música corrupta, sin importarle el reclamo popular. La música fue
tan estridente y provocadora, que sus propios refugios congresales perdieron el
GPS y dedicaron su trabajo en otro planeta. El resultado, todos los peruanos lo
conocemos.
A pocas horas del mensaje presidencial, cabe la
oportunidad para que el presidente Humala haga un “mea culpa” ante la nación y
se dedique a gobernar para y por el pueblo. El inadecuado apelativo de “cosito”
seguirá vigente, sino se amarra los pantalones y demuestra ante la nación que es
él quien gobierna y no Toledo, ni Cofide, ni la Primera Dama, quien merece todo
el respeto del pueblo peruano, sin embargo a ella nadie la eligió para
gobernar, menos para dar indicaciones u órdenes a los ministros en plenas
ceremonias públicas.
El infame acto de la “repartija” nos deja una
terrible sospecha: Al gobierno de turno sólo le interesa el copamiento de
poderes, más no de la “Gran Transformación” como fue su promesa de campaña
política. Por supuesto que los sobones gobiernistas pululan hasta en los medios
de comunicación. Gracias a Dios que en el Perú existen medios de comunicación
masiva con la capacidad de desnudar la corrupción en los altos niveles. Día a
día se siguen viendo la corruptela de la policía, pero inexplicablemente
capturan a los subalternos. Quienes digitan la corrupción desde los altos
mandos nunca son capturados ¿?.
Sería insensato pretender mejorar la calidad de vida
de los peruanos, aplicando fórmulas novedosas como las implementadas con mucho
éxito por Rafael Correa en el Ecuador; si primeramente no se corrigen las malas
“posturas” de la clase gobernante. Ninguna fórmula por muy buena que parezca,
sería aplicable en un terreno donde cunde la corrupción, el cinismo, el
chantaje y el blindaje político. En consecuencia, primero, es lo primero:
Allanar el camino y por lo menos hacerle caso a Nadine cuando dijo: “Es tan
difícil caminar derecho”. Pero lamentablemente lo dijo, poco tiempo después de
haber movido “cielo y tierra” para hacer nombrar como Jefa de SUNAT a su prima,
negando el hecho con el silencio palaciego. Se sabe que la Telefónica debe al
Estado Peruano más de 2,300 millones de soles, y también se sabe que recientemente la Telefónica ganó
un juicio a la SUNAT, justamente en razón a ello. Curioso caso que no hace más
que sospechar de las “virtudes” de la prima de Nadine y Jefa de la Sunat.
Que estas Fiestas Patrias sea un gran momento de
reflexión cívica y patriótica, pero también de gran reconocimiento a la nueva
generación de jóvenes, quienes se opusieron tenazmente a la Repartija de cargos
dispuestos ilegalmente por el Congreso Peruano. Felizmente ganó nuestra
juventud, la madurez de todo un pueblo y el criterio consecuente de pocos
legisladores (aún quedan), como es el caso de Johnny Lescano, Mauricio Mulder,
García Belaúnde y hasta Cecilia Tait. La moralización no debe ser una prédica,
sino una práctica continua que debe empezar desde la cúpula del poder.